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Jesús B.C. de Callosa de Segura (Alicante)

La conocí aproximadamente en Julio del año 1987 o 1988, en las fiestas de la Virgen del Carmen en Cox, viendo el desfile de Moros y Cristianos, donde yo estaba con una amiga que conocí en Lourdes, que fue quien me presentó a Rebeca y a su madre.

Me dijo esta amiga lo que le pasaba a Rebeca, y desde aquel día, no dejé de visitar, por lo menos un día a la semana, a Rebeca y a su familia. Allí fue creciendo mi cariño y amor a esa niña, siempre alegre, cariñosa hacia todos, sobre todo hacia los niños, con los que tanto jugaba y a los que tanto acariciaba entre sus brazos y les hacía gracias para que se sintieran felices. ¡Era la más feliz del mundo cuando estaba con los niños!

A las personas mayores las quería con un gran amor, los llevaba en su corazón aunque no lo manifestara tanto como a los niños. Digo esto, porque no era “besucona”, pero con sus preciosos ojos azules y su mirada de ternura y sus travesuras de niña abierta hacia todos, expresaba todo aquello que sentía en su corazón.

Estos son algunos de los recuerdos que tengo de ella:

Muchas noches, cuando me marchaba, le decía: “¿Me das un beso?”, y me decía que no (en broma), y al momento salía a despedirme al coche y me miraba con una ternura divina, diciéndome con gestos en la cara y con la mano: “Lleva cuidado, que no te pase nada por el camino”. La verdad es que con esta ternura no me lo ha dicho nadie. Yo entonces, pensé que lo que vale son los gestos de amor hacia el otro.

En otra ocasión, ella iba en el autobús, yo iba conduciendo delante de este autobús y cometí un error. El chófer del autobús empezó a insultarme y ella me defendió diciendo que no debía insultarme así (sólo por una pequeña equivocación), entonces él se calló. Más tarde vi al chófer en Catral y me contó lo que le había pasado con esa chica rubia de ojos azules.

Muchas noches, cuando me iba de su casa, sobre todo en invierno, solía salir con su hermana Laura al semáforo para hacerme alguna travesura, y empezaba a sonreír llena de gozo y de ternura. Estaba muy atenta en que yo comiese, era feliz así, ya que ella comía muy poco. Se iba a su casa me invitaba a comer, y si no podía, se quedaba triste.

Para mí, Rebeca es un ángel que Dios quiso que naciese en Granja de Rocamora, para que todos aquellos que la conocimos, seamos más limpios y transparentes en nuestras cosas, tanto físicas como espirituales. Tenía muchos dones, la mirada limpia y transparente, como su propia vida, su cara blanca, sus ojos azules, su sonrisa con los niños, los ancianos y los enfermos.

También tenía un amor especial al Corazón de Jesús y a la Virgen María, en los que tenía puesta su confianza, y a los que ofrecía toda su vida, tanto física como espiritual.

Como decía, Rebeca es un ángel dotado de muchos dones por su Creador, para iluminar a muchos corazones jóvenes hundidos en la tiniebla del mundo en que se mueven, para encauzarlos hacia el Reino donde fuimos creados.

Jesús B.C. (Callosa de Segura -Alicante-)