5-junio-2006 Petra F.C. de Granja de Rocamora
Me encontraba muy mal del estómago hacía una temporada. Yo soy una persona poco dada a ir a médicos, y le quitaba importancia, pero mis hermanos insistían en que no dejara pasar el tiempo, ya que mi madre padeció una enfermedad grave del estómago.
Así que una cuñada mía concertó una cita con un médico, donde tenían que hacerme una endoscopia para ver más a fondo de qué se trataba. A mí me daba un poco de miedo que me tuviesen que meter aquellas gomas y, a pesar de lo mal que estaba, no quería ir.
Providencialmente, el día de la cita coincidía con el entierro de Rebeca. Al final no fui al médico porque quería ir a su entierro.
Cuando yo llegué a verla, estaban a punto ya de tapar el ataúd para conducirla hasta la misa. Lo primero que hice nada más verla, fue besarla.
Al hacerlo, noté que estaba completamente caliente, que su cuerpo no estaba frío ni rígido, y esto me impresionó tanto que espontáneamente, puse mis manos sobre las suyas y después me toqué el estómago, mientras pedía interiormente a Rebeca: ¡Ay, Rebeca, que no quiero ir al médico, que no tenga que ir…! ¡Que se me pase lo del estómago!
Y desde aquel momento, ya no he vuelto a tener aquellas molestias ni ningún otro problema de estómago; ni siquiera me ha visto ningún médico sobre esto. Y así continúo todavía hoy, después de diez años.
Petra F.C. (Granja de Rocamora -Alicante-)