Pilar S.M. de Cox (Alicante)
En primer lugar, conocí a Rebeca a través de una gran amistad que tengo con su hermana mayor. Nos veíamos muy poco durante el año, normalmente en vacaciones de Semana Santa, Navidad y verano.
El contacto que he tenido con Rebeca siempre ha sido en ambiente de fiesta, alegría…, por tanto, conozco más su faceta de divertida, alegre, sencilla, juguetona, callada…, y sinceramente, me faltan palabras para describirla, que su faceta triste o enfadada.
Tengo muchos recuerdos de ella, pero son inolvidables los días de meriendas, los días en la piscina, o simplemente, los días en casa de Rebeca, no era necesario salir fuera. Eran ambientes que la llenaban, se encontraba a su gusto. Rebeca siempre se encontraba entre nosotras jugando, cantando, riendo, era muy graciosa, te reías con ella.
Todos estos momentos que forman ya parte del pasado y que quedan en nuestra memoria. Rebeca estaba entre nosotras y, lo más curioso, es que era una chica que pasaba totalmente desapercibida, sin dar la nota.
Veía en ella una gran sencillez, era una más entre nosotras, Rebeca lo único que pretendía era sentirse como una chica más; al igual que en su familia, como una hija y hermana más, no ser diferente al resto de la gente, aunque su enfermedad a veces le impedía hacer grandes esfuerzos, se agotaba un poco y ella con su silencio, sin decir palabra, se retiraba o, si estábamos en algún lugar cerrado, salía fuera, tomaba un poco de aire y volvía a entrar.
Ella prefería sufrir en silencio, sin molestar a nadie. Para Rebeca lo último era hacer sufrir a la gente que la quería, la apreciaba y estaba a su alrededor.
Rebeca, al igual que cualquier otra persona, supongo que tenía sus días tristes, sus días de mal humor…, pero yo no la he conocido así; he tenido la suerte de haberla conocido siempre alegre, con una sonrisa en la boca, en un ambiente casero, con su familia y amigos, alrededor.
¡Rebeca ha sido y es un ejemplo para todos!
Pilar S.M. (Cox -Alicante-)