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Antonio B.R. de Granja de Rocamora (Alicante)

Desde su niñez hasta el último momento su única ilusión fue hacer feliz a los demás y dar testimonio de fe. No quería ver sufrir a nadie e incluso en los momentos más difíciles sabía sacarnos una sonrisa, haciéndonos olvidar las penas y dolores que nos atormentaban.

Siempre quiso formar en la doctrina cristiana a los más pequeños de la parroquia, entregándose a esta labor apasionante: hacer florecer un nuevo humanismo cristiano, que dé sentido pleno a la vida en un momento en el que hay tanta hambre y sed de Dios.

Ella había descubierto personalmente, al igual que nuestro Apóstol Santiago, que Cristo es el Señor, lo que la había transformado en seguidora y apóstol, ejemplo que todos deberíamos seguir, para que así todos juntos hagamos un mundo más justo, una sociedad humana más habitable. Y de este modo ser testigos de Cristo en el barrio, en la escuela, en la universidad y en los lugares de diversión.

Rebeca había vuelto a descubrir a Cristo, y cuando esto es auténtico sólo te invade un gran deseo de llevarlo a los demás. La consecuencia directa es siempre el compromiso cristiano: despertar a los dormidos, animar a los cansados, acoger y apoyar, darles unos valores por los que luchar a los que se desentendieron de la lucha.

Era sorprendente como siempre salía en defensa de los “maltratados” valores humanos, cuando estos últimos eran pisoteados, esta joven proclamaba a través de su fe cristiana su convicción profunda en la defensa de los valores, que distinguen y definen a nuestra civilización: la dignidad de la persona humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad entre los hombres y las naciones, y el empeño en un progreso, no sólo técnico y material, sino también espiritual y ético.

Y ahora llega el momento de darte gracias Rebeca porque contigo supimos lo que es la fe, aprendimos a glorificar a Dios en cada segundo de nuestras vidas, a esperar la otra vida con alegría.

Antonio B.R. (Granja de Rocamora -Alicante-)