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Manuel C.S. de Orihuela (Alicante)

No tuve la suerte de conocerla (a Rebeca) en vida, aunque estuve muy cerca de haber tenido esa posibilidad, pues fui profesor de su hermana en el Instituto “Gabriel Miró” de Orihuela durante su 3º curso de B.U.P. de 1994-95. En el siguiente, 95-96, nos tuvimos que trasladar al Instituto “El Palmeral” de Formación Profesional, por obras de reforma en nuestro centro. Allí cursaba C.O.U. Como asistía a clase siempre, me extrañó sobremanera que, a finales de Febrero o primeros de Marzo, dejó de asistir a clase.

Hablé con su tutora para saber la causa. Ella me explicó que había dejado los estudios para poder estar junto a una de sus hermanas, no sabía entonces que era Rebeca, porque se encontraba muy enferma. Lo más triste para mí fue no saber de su fallecimiento y entierro, pues habría asistido.

La Providencia hizo que mi hija y su novio –ahora yerno-, a través de D. José Luis Casanova Cases y, gracias también a Betania, conocieran a la familia de Rebeca. A partir de aquí, empecé a conocer a través de ellos, la vida, enfermedad y muerte en olor de santidad, de Rebeca. Me ha impresionado y admirado…

Cuando asistí a una misa, creo que de aniversario, en su querida iglesia parroquial, vi el cariño, admiración y devoción que le tienen a Rebeca.

Por todo esto, empecé a encomendarme en mis oraciones a ella. Me hice con estampas y puse desde entonces, una junto a mi corazón. Procuro repartirlas a personas que sé tienen problemas de todo tipo, sobre todo enfermedades graves, y les recomiendo que se encomienden a ella.

Siempre le pido por mi familia y especialmente, al saber su extraordinario amor por los niños, por mis dos nietecitas, para que las proteja siempre, como un ángel más de su guarda, y amen al Señor como ella.

Sé ahora que fue una niña singular, especial a partir de su enfermedad. Sé algo de su comportamiento en casa y durante sus repetidas estancias en el Hospital Infantil de Madrid. Cómo trataba y quería y la querían los niños enfermos: los médicos y personal sanitario, y hasta los padres y familiares de esos niños.

Deseo conocer muchísimo mejor su corta, pero edificante biografía. La noticia de su admirable aceptación de la enfermedad que sufría; su fe, su dulzura y amor a Jesús y María. Su devoción a la Cruz de Granja, su Cruz: llegó a conocimiento de D. Pablo Barrachina que vino a visitarla siempre que pudo; también algunos sacerdotes y, sobre todo, su cura párroco de entonces. Me imagino el bien espiritual que recibirían contemplando a una joven de sólo veinte años tan llena de candor, de paz y hasta de felicidad, esperando confiada los designios del Señor.

Para mí es y será el gran ejemplo que necesito como cristiano para cambiar en mi vida. Pedirle que acreciente mi fe, mi esperanza y amor al Señor y a su Santísima Madre. Que sea también ejemplo para nuestros niños, adolescentes y jóvenes; para nuestras familias, tantas desechas por separaciones y divorcios, y se encomienden a ella, porque no dejará de ayudarnos como una auténtica Rebeca del Sagrado Corazón de Jesús, al que tanto amó…

Manuel C.S. (Orihuela -Alicante-)