Palabras del Obispo en la apertura de la Causa

PALABRAS DEL OBISPO DIOCESANO MONS. RAFAEL PALMERO RAMOS EN LA APERTURA DEL PROCESO DE CANONIZACIÓN DE REBECA

Pues así de sencillo es este primer momento del proceso, que luego tiene una duración un poco larga, porque lógicamente hay que escuchar a muchas personas y hay que prestar atención a lo que digan. El proceso, en un momento determinado, se clausurará también, y se enviarán luego todos los documentos a Roma para que allí sean estudiados nuevamente.

¿Qué tenemos que hacer a partir de ahora todos los que estamos aquí? Una cosa bien sencilla: encomendar al Señor esta causa y si Él quiere que vaya adelante y que prospere, pues tendremos la satisfacción y la alegría de llegar a ese momento final…

Antes de venir, yo hacía una reflexión personal para mí, que voy a hacerla aquí en voz alta porque me parece que puede ser enriquecedora para todos:

Yo no conocí a Rebeca, por lo tanto, no pude tratar con ella, porque no andaba yo por estas tierras cuando ella corría por estas calles. Sé, sin embargo, que nació en esta querida Parroquia de Granja de Rocamora el día 7 de septiembre de 1975. Oí hablar muy pronto de ella apenas fui nombrado Obispo de Orihuela-Alicante. El primer día que entré en la diócesis pasé muy cerca de aquí, por Cox. La parroquia donde se hace siempre un alto en el camino para luego ir a tomar posesión a la Catedral de Orihuela.

He leído con provecho e interés la biografía que su hermana Laura ha escrito. Lleva el sugestivo título de La estela de una sonrisa. Este libro, cuando lo he leído, se lo he dado a otras personas para que lo lean también, porque pienso que les puede hacer mucho provecho.

Tanto D. Ildefonso Cases, como vuestro párroco actual, D. José Francisco, y otros sacerdotes que están aquí: D. José Ruiz, Venancio Ruiz (primo de Rebeca), el que era párroco hace muy poco tiempo de Santa Pola, D. Antonio Pamies… Y otros sacerdotes, no vamos a enumerarlos a todos porque es una lista larga, hacen elogios de esta joven Rebeca. Y con este grupo de sacerdotes, un numeroso coro de personas, de dentro y de fuera de la Diócesis, que han solicitado la iniciación de su Proceso de Canonización y que han podido acercarse a esta joven. Tuve también ocasión, no hace muchas semanas, de saludar a sus padres, que están aquí, y me dio alegría conocerlos.

Quiero recoger en un decálogo sencillo, muy sencillo, como si estuviéramos en una catequesis, las diez lecciones de vida cristiana que, a mi juicio, nos ofrece a todos esta joven catequista, de sonrisa permanente y decidida vocación a la santidad:

1. “Lo importante es el Señor”. Lo dijo Rebeca el día de su Primera Comunión. Más importante para ella, en aquel momento, que estrenar un vestido comprado, era lo que recibía en la Eucaristía: al Señor Sacramentado. Dicen de ella, que su vestido había sido tejido a punto por su mamá.

2. “No pierdas nunca esa sonrisa”, frase del Párroco a Rebeca, en esa fecha memorable de su Primera Comunión.

3. “Fidelidad a los mandamientos y cumplimiento de los mismos, dando así testimonio de fe y amor”. Así reza un autógrafo suyo en el libro de catequesis que utilizaba.

4. “Quiero ser catequista de los pequeñines”. Su madre pedía al Señor, según parece, la gracia de la vocación religiosa. Estamos estos días en la campaña Pro-Seminario y estamos pidiendo a todas las parroquias, comunidades, grupos apostólicos y a todas las familias, que pidan al Señor la vocación para alguno de sus hijos. Y que recemos todos para que no falten sacerdotes en la diócesis y en otras diócesis hermanas que tienen todavía más necesidad que nosotros. Con este motivo estamos recordando que la vocación es un regalo de Dios. Su madre pedía la vocación religiosa para Rebeca, y Rebeca le respondió: “Mamá, yo quiero ser catequista de la Parroquia de Granja”. Y catequista fue mientras vivía.

5. “No pasa nada, todo se andará”. Son palabras con que la hija animaba a su padre, que estaba preocupado por la enfermedad que padecía. No pasa nada, todo se andará…

6. “Pido al Señor que aumente mi fe”. Era una jaculatoria con que recordaba a cuantos la visitaban que el Señor sabía muy bien qué le convenía más, si la salud o la enfermedad que padecía.

7. “La fe en la Santa Cruz es mi fuerza”. Tenía en eso momento Rebeca en sus manos esta reliquia del Lignum Crucis, unos trocitos de la verdadera Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, la del Monte Calvario, que había pedido que se la llevaran desde la parroquia a la habitación donde ella estaba acostada, casi sin poder levantarse ya. La fe en la Santa Cruz es mi fuerza… Esa cruz que cada uno tenemos que llevar en nuestra vida… y que le acompañó en su tránsito al Cielo.

8. “Doctor, quiero que me diga qué es lo que tengo…, quiero saberlo para sufrir con mi madre”. Y es que de pequeña, en su primera enfermedad, de la que se recuperó por intercesión de la Virgen Santa María, según dicen algunos, no llegó a enterarse del todo de qué es lo que le pasaba. Si era más grave o menos grave. Pero ahora veía que el sufrimiento estaba pesando sobre su madre y quería compartirlo con ella.

9. “Me voy al cielo, y poco a poco me llevaré a los que quiero”. Una frase que muchos podrían pensar, ya la entendemos, pero necesitamos vivirla… Nadie nos quedamos aquí para toda la eternidad. Hoy se va uno, mañana otro, pasado otro… Ella dice: yo voy delante, pero desde allí, llamaré e intercederé por otros que aquí se quedan. Esta frase la pronunciaba en el hospital de Madrid donde vivió más pendiente durante su enfermedad, según dicen, de los enfermos y familiares, de los médicos y enfermeras que le estaban atendiendo, que de sí misma. Como que lo otro tenía más importancia para ella.

10. “Alabaré, alabaré…”. Canto que solicitaba y coreaba, uno y otro día, en los últimos meses de cruz y de luz de esta luminosa sonrisa.

Junto a este decálogo, podríamos enumerar una lista de diez virtudes. Probada la práctica de las mismas en grado heroico, juntamente con otras virtudes, ya lo ha dicho D. Ildefonso… virtudes humanas, virtudes cristianas, virtudes sobrenaturales, será declarada, si Dios quiere, Santa. Pues entre estas virtudes, yo destacaría:

- Fe
- Esperanza
- Caridad
- Fortaleza
- Constancia
- Humildad
- Sencillez
- Delicadeza
- Serenidad
- Y, alegría, mucha alegría, alegría contagiosa, fruto del amor alcanzado. Es el amor coronado por el éxito.

Pues que el Señor y la Señora orienten los pasos de todos en esta andadura que hoy emprendemos juntos. Y que pueda llevarnos pronto a la meta anhelada: La inscripción del nombre de Rebeca, por parte de la Iglesia Madre, en el catálogo de los Santos. Amén. Así sea.

Firma Obispo







+ Rafael Palmero Ramos
Obispo de Orihuela-Alicante