Vocación a la Santidad
ETAPA PREVIA AL PROCESO DE CANONIZACIÓN
Existen dos vías para iniciar una causa de canonización: se puede introducir un proceso de canonización por virtudes heroicas, o bien puede incoarse un proceso de martirio. Los caminos procesales son distintos…
Cuando el proceso se desarrolla por la vía de martirio, la duda que se establece es si el fiel sufrió martirio por su fe. El proceso de canonización por la vía de virtudes heroicas tiene como finalidad la declaración de que la persona vivió las virtudes cristianas en grado heroico. Así, al introducir el proceso, se establece la duda procesal de si el fiel las vivió hasta el heroísmo.
A continuación, vamos a tratar de explicar los distintos pasos de un Proceso de Canonización por vía de Virtudes Heroicas, como es el que se está recorriendo en el caso de Rebeca. La cronología de su Causa de Canonización la puedes encontrar en Proceso de Rebeca.
Para introducir una causa de canonización se exige que transcurra un plazo específico. La legislación actual dice que deben pasar al menos cinco años desde la muerte del fiel, pero que no hayan transcurrido más de cincuenta. Anteriormente se establecía que debían pasar más de cincuenta años antes de iniciar el proceso de canonización. Se ha decidido reducir el plazo para evitar la desaparición de testimonios.
De todas maneras, el Papa puede dispensar del plazo de cinco años, como ha sido el caso de Juan Pablo II para iniciar el proceso de la Madre Teresa de Calcuta y el de Benedicto XVI para iniciar el proceso de canonización de Juan Pablo II. En el tiempo de espera y hasta que se proceda a la beatificación, la Iglesia prohibe que bajo cualquier aspecto, se dé siquiera la apariencia de culto público al fiel que ha muerto con fama de santidad.
La Iglesia pide que se introduzcan causas de canonización de personas que hayan fallecido con fama de santidad, y que ésta sea constante y difundida en diversos lugares. El Papa Benedicto XVI en su Mensaje al Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, anteriormente citado, dice que “es evidente que no se podrá iniciar una causa de beatificación y canonización si no se ha comprobado la fama de santidad, aunque se trate de personas que se distinguieron por su coherencia evangélica y por particulares méritos eclesiales y sociales”.
El Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto Emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, añade algo más: “los protagonistas en un proceso de beatificación y canonización no son el obispo o la Iglesia. El primer paso son los fieles que dicen al obispo del lugar donde ocurrió la muerte del candidato: Esta persona ha sido un verdadero santo o una verdadera santa. La única manera de demostrar el heroísmo de una persona es su vida… Si los demás fieles consideran que fue heroica“. Por este motivo deben ser las mismas personas del lugar donde nació, vivió o murió el fiel, que pudieron comprobar realmente con hechos su virtud, los que soliciten al Obispo la apertura de una causa de canonización.
Durante el tiempo que precede al inicio del proceso de canonización, estos fieles pueden aprovechar para recoger testimonios de personas que conocieron la vida del candidato a santo y que divulguen su fama de santidad, así como redactar una biografía que pueda servir para presentarla en los procesos competentes.
Además, es fundamental que se propague la devoción privada a esa persona, en primer lugar entre los más cercanos, para hacerles partícipes del tesoro que tienen al lado, hasta extenderlo más allá del ámbito local. Esto se suele hacer mediante la difusión de estampas, hojas informativas u otros medios actuales como documentales, vídeos, páginas web…
También se pueden editar libros y folletos, como la biografía que se ha preparado en el proceso, para la divulgación entre la gente, con tal de que sean rigurosamente históricos. Quienes deseen promover la beatificación de un fiel, pueden editar y distribuir material que contenga oraciones pidiendo su intercesión, pero debe constar la finalidad de la devoción privada de dicho material impreso. Si se compone una oración para uso privado, se debe pedir la aprobación al obispo competente.
Es importante encomendar confiadamente a la intercesión de esta persona nuestras necesidades y pedir por el avance de su causa de canonización. Puede parecer una tontería rezar a alguien que todavía no ha sido declarada santa, pero precisamente, ahí está lo esencial del asunto. Es lo que creemos en la Comunión de los Santos… Esta Comunión, como indica la palabra, es la unión común que hay entre Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, y sus miembros, y de éstos entre sí. Los miembros de la Iglesia son los santos del cielo, las almas del purgatorio y los fieles de la tierra.
Hay que precisar que no le pedimos directamente a la persona, sino a Dios por mediación de ella. Él es quien nos concede lo que solicitamos si va a suponer un bien para nosotros, aunque no sea como esperamos. Dios, en su designio de amor con el hombre, a lo largo de la historia ha dispuesto la colaboración de personas que hagan de intercesores, participando de la misma mediación de Jesús. Si estas personas durante su vida lo dieron todo por amor a Dios y a los hermanos ¿no serán escuchadas de un modo especial ahora que están más cerca de Él?
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica a este respecto: “Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad… no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra… Su solicitud fraterna ayuda pues, a nuestra debilidad.” Así, si se obtienen favores por mediación del fiel, por pequeñas que puedan parecer, es conveniente que se hagan llegar a quienes promueven el proceso de canonización.
Aunque el procedimiento de una causa de canonización es complejo y extenso, su evolución hay que vivirla con entusiasmo porque no sólo ayuda a la divulgación del testimonio de la persona en cuestión, sino que es una gracia inestimable para cuantos colaboran en este trabajo (fieles, parroquias, congregaciones, grupos, diócesis…) por las bendiciones espirituales que reportan los frutos de una vida que ha glorificado a Dios.
Etapa Diocesana del Proceso de Canonización: Sierva de Dios