Vocación a la Santidad
LA CANONIZACIÓN
Otro milagro, hecho después de la beatificación, es lo único que se requiere para proceder a la Canonización, que constituye la meta final del Proceso de Canonización. Son necesarios, por lo tanto, dos milagros probados en juicio.
Así, una vez beatificado el Siervo de Dios, para llegar a la canonización se debe hacer un nuevo proceso. Si se da un hecho extraordinario que puede ser un milagro, se procede de modo similar al proceso del milagro realizado para la beatificación, descrito anteriormente.
Una vez terminado el proceso en el que se confirma que ha existido un milagro, el Santo Padre, si lo estima oportuno, promulgará el Decreto por el que se aprueba la Canonización. La fecha se decide en un Consistorio de Cardenales.
Este paso comprende la inclusión de dicha persona en el canon, o lista de santos reconocidos. Su nombre se inscribe en el catálogo de los santos, con lo que a la persona en cuestión se la “eleva a los altares”, es decir, se le proclama Santa y se le asigna un día de fiesta para la veneración litúrgica por parte de la Iglesia católica. Esta fecha suele coincidir con el día de la muerte del santo, el Dies natalis, día del Nacimiento para los cristianos, porque es cuando se nace a la Vida Eterna.
Mediante la beatificación, el Siervo de Dios viene propuesto solamente a la veneración de una parte de la Iglesia, como una familia religiosa, una diócesis o una determinada región, pero con la Canonización, que implica una intervención infalible del Papa, el Santo se presenta como modelo a la Iglesia Universal.
El número de los santos en la Iglesia continúa aumentando… Actualmente hay más de 2.000 causas de canonización abiertas. Un signo de que la Iglesia se revitaliza constantemente y que vivir una vida santa es una llamada para todos los cristianos del siglo XXI.